Con el paso del tiempo me voy metiendo en esta historia, envolviéndome
en oraciones, deletreando mi destino. No hace falta que te nombre, no hace falta
que te llame, siempre estás ahí. No alcanzo a escribir diez palabras y tengo la
necesidad de pensarte.
Cuando llego a un punto y empiezo un nuevo párrafo me detengo para recordarme que no debo
cometer los mismos errores, pero me doy cuenta que todo es diferente y que nada
me va a detener.
Soy, eres, somos, seremos –quizás- esa preciosa historia que a muchos
les roba una sonrisa.
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