Para hablar de mí, me faltas tú.

Eres mi sonrisa nº

contador de visitas

Cuantos de ellos.


Sueños, soñamos demasiado. A veces no necesitamos estar dormidos para hacerlo. Pero, ¿qué es un sueño? ¿Un deseo, una meta que esperamos alcanzar algún día?
Una vez vi una película donde decían "Cuidado con lo que deseas porque se puede hacer realidad", eso es lo que la industria comercial quiere que creamos pero, seamos sinceros: ¿Cuántos sueños, esos que de verdad deseas con toda tu alma, se hicieron realidad? Por mi parte, ninguno.
Soñamos tener una casa bonita y grande, con papas que nos presten atención y nos regalen algo de su tiempo. Soñamos con tener muchos amigos que nos quieran o simplemente queremos ser aceptados. Soñamos con gente que nos entienda, que no nos juzgue, que sepa cómo nos sentimos. También con querernos a nosotros mismos, con vernos al espejo y no darnos asco. Soñamos con que nuestra familia sea inmortal, con no tener problemas, con ser lo suficientemente valientes para decir lo que nos pasa y lo que sentimos sin vergüenza de lo que puedan decir los demás. Soñamos con un 10 en matemática o un buen trabajo que nos mantenga sin depender de nadie,  con ser lo suficientemente buenos para alguien. Soñamos con cumplir todos nuestros sueños...
Soñamos con un precioso beso bajo la lluvia, con un príncipe que nos ame y nos lleve lejos de la realidad, pero… ¿Y si ese príncipe está enamorado de otra princesa? Ahí es cuando nos empezamos a cuestionar a nosotras mismas y nos preguntamos si de verdad merecemos ese príncipe. Empezamos a pensar que somos menos que la otra princesa, que ella es mejor. Nuestra mente se inunda de preguntas sin respuesta que nos van consumiendo de a poco. Por qué? por soñar.
No está mal soñar un poco, a veces necesitamos de esa fantasía. Lo malo es dejar que eso sea nuestro todo, porque cuando nos demos cuenta que es mentira o inalcanzable, no nos va a quedar nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu reacción: