Tengo los ojos cerrados, estoy abrazando mis rodillas encima de la cama, apenas se escucha el tráfico afuera en la calle. Un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar cosas pasadas. Me invade una sensación de vacío, un vacío que pide a gritos llenarse, un vacío que ronda las afueras de mi corazón. A pesar de todo, no entiendo por qué después de tanto, me duele de esta forma, creo que debimos dejarlo cuando su recuerdo todavía hubiera sido perfecto. El destino ya no me preocupa, ya no espero nada de él. Soy la del 'corazón en reformas' los 365 días del año y uno más cuando es bisiesto. A fin de cuentas, me he cansado de esperar al chico de mis sueños, desaparece cada vez que abro los ojos.
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