Para hablar de mí, me faltas tú.

Eres mi sonrisa nº

contador de visitas

Ahora toca levantar la cabeza y mirar los errores a la cara.


Y ahora con el tiempo entiendo cual fue mi problema... todo lo que pensaba y sentía lo escribía, así me vaciaba la mente y lograba sentirme un poco menos rara y más tranquila conmigo misma. Escritos mis pensamientos parecían alejarse de mi imaginación y empezar a subir un escalón para llegar al ático de la realidad. Sin darme cuenta de que esto solo retardaba el momento de ser valiente y mandar todo lo escrito a su destinatario. Porque ahora me doy cuenta que no hay cosa más triste que escribir una carta, con remitente incluido, y dejarla en el cajón de los recuerdos con el miedo de que algún día las palabras se las lleve el viento o las aplaste la dura y cruda realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu reacción: